Antes se creía que la atención era un recurso limitado, y que cuanto más te centraras en tus tareas, más atención utilizarías. Sin embargo, estudios recientes demuestran que la disminución en la concentración no es la consecuencia de “agotar” tu atención, sino que es la aclimatación de tu mente a la tareas que tienes entre manos. En otras palabras, la concentración limitada no es el problema; es solo que dejas de prestar atención a aquello en lo que estás trabajando. Es parecido a cuando tu cuerpo deja de sentir la ropa que llevas puesta, tu cerebro le presta menos atención a una tarea prolongada, ya que se acostumbra a ella.
Da un paseo
Esto significa que para mantener un alto nivel de concentración, los descansos son esenciales y saltárselos pueden conducirte a padecer altos niveles de estrés y agotamiento. Si piensas en tu capacidad de concentración como en un músculo, entenderás que cualquier uso prolongado provoca cansancio –se necesita un tiempo de recuperación antes de seguir adelante.
Los descansos no son solo importantes para la mente, también reducen el riesgo de daños físicos. Especialmente en el caso de los coworkers que trabajan delante de un ordenador la mayor parte del tiempo, para los que las dolencias relacionadas con ellos son problemas comunes y desconocidos en anteriores generaciones. Algunos pueden convertirse en problemas serios, como la mala postura, dolor de espalda, tensión en los hombros y dolores de cabeza, el “Síndrome Ocupacional Excesivo” (OOS) o la Miopía.
De hecho, se comenzó a llamar al estrés “el asesino silencioso”, tras encontrar su sorprendente relación con dolencias físicas. Aunque el estrés sea una enfermedad psicológica, su impacto se refleja también a nivel físico. Prolongadas jornadas de trabajo con pocos descansos o incluso sin pausas pueden provocar un aumento de la presión arterial, aumentar el riesgo de problemas cardiacos, una forma física debilitada y un sistema inmune deprimido.
Supera la culpa
Alejarse del lugar de trabajo puede parecer “holgazanería”, pero, de hecho, es una oportunidad para recargarse. Ya sea dando una vuelta 5 minutos a la manzana, leyendo un libro tranquilamente en otra habitación o almorzando relajadamente en un restaurante cercano, le darás un descanso a tu cerebro del intenso flujo de concentración. Cuando vuelvas al trabajo, serás capaz de mirar tu proyecto desde otro punto de vista, y podrás captar detalles que no habías visto antes.
Vale, pero ¿cuánto tiempo?
Es verdad que si no tienes cuidado, los descansos pueden convertirse en la manera de procrastinar y aplazar nuestras tareas. Un café puede convertirse fácilmente en dos o tres, una llamada de teléfono puede transformarse en varias. Mientras seas consciente de tus tiempos, eres el responsable de decidir cuánto rato y cuántos descansos debes tomar. Sin embargo, para aquellos que estéis sobrepasados con el trabajo, aseguraos de tomar 2-3 descansos de al menos 20 minutos en la jornada habitual. Pero no los utilices para hacer recados pendientes o trabajar en otras actividades –un descanso real es aquel en el que puedes realmente relajarte.