Yardi Kube: A single connected platform for flexible workspace management
Yardi Kube
Si algo quedó claro en la pasada edición de Coworking Spain Conference es que el coworking no tiene que ver sólo con trabajar, es más una forma de vida. Ahora que es patente que nuestro sistema de organización económica no es sostenible durante más tiempo, se hace necesaria la búsqueda de alternativas. Comunidad, colaboración, compartir; palabras repetidas hasta la saciedad. El coworking no es sobre los espacios, es sobre las personas. Y, en este contexto, ¿quién se atreve a diseñar el espacio?
By Marta Santacana - Jueves, 31 Mayo 2012

No cabe duda de que el coworking está cambiando la manera en la que trabajamos. Pero no nos engañemos, tampoco estamos inventando la rueda. Es muy probable que estas nuevas estructuras tengan mucho mas que ver con la manera de trabajar anterior a la Revolución Industrial de lo que pensamos. Trabajo y vida personal ya no son compartimentos estancos. Las profesiones definidas van desdibujando sus siluetas. Las profesiones se reinventan. Y todo esto tiene que ocurrir en lugares generadores de acontecimientos.

Tuvimos la suerte de asistir a un interesante panel el primer día de la Coworking Spain Conference, “Diseñar un espacio de Coworking”. José Maria Churtichaga (Arquitecto de Hub Madrid), Serena Borghero (Steelcase) y Sara Ouass (Ganadora de CoWorking Building CoB- Madrid 2012) compartieron con los asistentes sus experiencias y conocimientos y pusieron sobre la mesa interesantes retos y preguntas clave.

"Crear una atmósfera generadora de (...) densidad de cosas"

José María Churtichaga nos explicaba el reto al que tuvo que enfrentarse al diseñar el espacio de coworking Hub Madrid. “Se trataba de crear una atmósfera generadora de la mayor cantidad y densidad de cosas”. Hablamos de interconexiones, de poner en contacto a personas, de filtrar información, de ejercer de catalizador.

Es necesario un cambio de actitud, una reinvención cultural. Los emprendedores deben aceptar lo desconocido como una parte de su trabajo, y adoptarlo a modo de motivación. Tenemos que dejar de pensar que al compartir una idea, corremos el riesgo de que sea robada. La colaboración multiplica los resultados positivos.

El coworking no es sólo para los freelancers. Es el modo de trabajo del futuro, sostenible y ecológico. Cada vez serán más las empresas que decidan que sus trabajadores elijan un espacio de coworking en el que interactúen con otras personas, con profesionales de otras disciplinas, en los que se integren en distintas comunidades, donde muy probablemente serán mucho más productivos (además de los ahorros en mantenimiento de estructuras propias que puede suponer).

Cinco principios

Con todos estos factores sobre la mesa, el reto es evidente: ¿cómo se diseña un espacio de coworking?

Serena Borghero nos habló de cinco principios a tener en cuenta a la hora de llevar a cabo un proyecto de diseño de un espacio de coworking: maximizar la superficie, incrementar la colaboración entre las personas, retener a los talentos dentro del espacio, mejorar el bienestar de los usuarios y desarrollo de la marca.

Sencillos esquemas como evitar largos pasillos, típicos de corporaciones tradicionales, que dificultan la comunicación entre las personas, incorporar mobiliario que acerque a las personas entre sí respetando sus espacios vitales, o preservar ciertas zonas más privadas, son pilares básicos en el diseño de estos espacios.

Dos factores extra condicionan el planteamiento en el diseño. Por un lado, la ubicación del espacio de coworking, ya que no es lo mismo estar situado en el centro de una gran ciudad (como en el caso de Hub Madrid), que estar situado a las afueras junto a un aeropuerto, o en una pequeña ciudad.

Y por otro lado, el factor cultural, crucial en el diseño.

En lugares como Países Bajos, el movimiento coworking ha crecido y se ha desarrollado mucho más rápidamente. La cultura del país ha alimentado el movimiento, cultura en la que es más frecuente la inexistencia de jerarquías en el trabajo, las organizaciones con estructuras planas, cultura en la que se respeta que cada persona es responsable de sus tareas y mientras sean entregadas a tiempo y adecuadamente, pocos factores más hay para considerar.

Sin embargo, España o Italia tienen culturas radicalmente distintas. En un espacio de coworking en Países Bajos el gerente del espacio no se distingue de los demás. En España o Italia, sus espacios siempre están diferenciados. La concepción de la privacidad y la relación proximidad-distancia son también distintas. En España e Italia, las personas hablan más alto, se tocan cuando se hablan, pueden trabajar al lado de otras. La distancia necesaria entre las personas es menor que en otras culturas.

A este respecto, Manuel Zea (Coworking Spain) recordaba lo complicado que había sido la implantación de su primer espacio de coworking en Madrid. “La gente llamaba por teléfono para informarse del alquiler del espacio, y no entendía lo que les contábamos. ¿No hay despachos? ¿Espacios abiertos?”. Es cierto que, si bien la cultura está cambiando y la demanda para participar en estos espacios está creciendo en España, el movimiento coworking ha tenido que empezar de cero. Primero hay que explicar a las personas los beneficios de compartir, el espíritu de comunidad, el sentimiento de pertenencia a ella.

“En los espacios de coworking deben ocurrir cosas imprevistas, deben estar dispuestos al cambio y por eso deben ser imperfectos, inacabados”, explicaba José María Churtichaga. “La experiencia debe causar emoción de manera habitual”. La comodidad nos puede hacer demasiado perezosos. Un margen de incomodidad nos lleva al movimiento, a interactuar, a salir de la zona de seguridad. A participar verdaderamente en la experiencia del coworking.

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Este artículo fue escrito por nuestra nueva redactora española: Marta Santacana

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